"...y ahora, una pequeña pausa para la contrapublicidad..."

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la publicidad... te manipula (aunque no te lo creas)


Si los nazis convencieron a los alemanes de sus desco-munales chaladuras, ¿por qué no van a poder las grandes multinacionales convencernos de las suyas?

 

El objetivo de los publicistas es instalar un mensaje en tu cerebro, como un pequeño virus informático que se activa en ciertos momentos de tu vida cotidiana, cuando te surge alguna necesidad, cuando te encuentras en un cierto entorno o estado de ánimo. Si tienes sed, bebe Caca-Culo. Si quieres darte una vuelta por el campo, ¿por qué no con un Pescadillac Ranger? Ah, y no olvides el paquete de Malporro en el bolsillo de tus pantalones Tangoland.

La publicidad funciona
Aunque tod@s nos consideramos inmune a ella, la publicidad funciona. Está más que demostrado por cientos de estudios científicos de los que no se habla mucho en los medios de comunicación -y es por eso que las empresas (que no se gastan un duro de más) invierten millones cada año en sus campañas. De la misma manera que un hipnotizador consigue hacer que una persona inteligente se crea que se ha vuelto un elefante o un marciano, los anuncios (usando técnicas hipnóticas como la repetición), consiguen instalarse en nuestro subconsciente. Y no tod@s somos tan inteligentes, ni tenemos las defensas racionales tan desarrolladas (pensemos por ejemplo en l@s niñ@s, el objetivo numero uno de miles de empresas que quieren y consiguen crear una amistad duradera con est@s consumidor@s desde la infancia).

Amamos las marcas
Según Adbusters, la persona media reconoce más de 1000 logotipos y menos de 10 plantas. Pero además de conocer las marcas, de forma automática asociamos ciertos sentimientos e ideas con cada producto: de buen rollito, de vanguardismo tecnológico, de elegancia, de estilo "guay", de frescor, de pureza, de seguridad, de calidad, de rebeldía. Y nos identificamos con ellos. De hecho, llegamos a asociarnos tan íntimamente con las marcas que las mostramos con orgullo en la camiseta, en el tatuaje o incluso en el nombre de nuestros hijos (existen actualmente 300 niñas en EEUU llamadas Armani y 6 niños llamados Timberland, entre otros). Y nuestro estilo de vida, cada vez más consumista, competitivo, pasivo y desequilibrado, es el fiel reflejo de esos mensajes publicitarios que día tras día se van sedimentando en el fondo de nuestras mentes y corazones.
Estamos programados.

Porque TÚ LO VALES:

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