La educación familiar debe orientarse al equilibrio (¿al éxito?) humano
(Esta propuesta procede de los mensajes del antiguo foro "¿Es adecuada la educación familiar actual?", de los cuales se ha extraído la redacción siguiente)
La familia tiene un papel preponderante en la educación, debiendo formar indivíduos que sepan ser felices y estables, que sepan encontrar un sentido a su vida sabiendo coordinar y equilibrar los distintos aspectos de la vida: personal, profesional, afectivo y social. Como complemento a ella, en la educación escolar se debe transmitir conocimientos a los niños y enseñarles a leer, escribir, calcular, razonar y dialogar. De la calidad con que eduquemos a nuestros hijos dependerá la calidad futura de nuestra sociedad.
Las primeras influencias que recibe un niño provienen de su familia, y también es en la familia donde se da una gran parte de la educación humana, entendida como la transmisión de valores y complementaria de la educación académica, entendida como la transmisión de conocimientos. Las relaciones familiares han de estar basadas en el cariño, en el respeto de unos a otros y en la solidaridad. La mejor forma de educar es con el ejemplo.
Educar bien es proporcionarle al niño la oportunidad de autovalorarse y de cultivar su propia libertad de pensamiento. Esto pasa por atribuirle un rol activo en la familia y unas responsabilidades que, a su medida, le hagan necesario. A partir de aquí, educar bien es definir claramente las pautas de conducta dentro de la estructura familiar: imponer límites es necesario pero hemos de ser justos, objetivos y coherentes.
La autoridad paterna y materna en la educación no debe inhibirse sistemáticamente por temor a resultar autoritaria; los padres tienen responsabilidad sobre los hijos y ninguna responsabilidad puede ejercerse sin la debida autoridad. Hay que fomentar la familia basada en el respeto mutuo, el amor, la cooperación, y no dejar de lado ni el orden jerárquico ni la disciplina en los primeros años de la educación.
Los poderes públicos deben promover las “Escuelas de padres” desde antes del nacimiento del hijo: igual que es obligatoria la enseñanza para los hijos o la titulación oficial para ejercer una profesión, debe habilitarse una formación para padres, pues van a tener una influencia considerable en los ciudadanos del futuro y, por tanto, en la sociedad en la que ellos mismos vivan dentro de unos años.
En una situación en la que lo hijos no abandonan el hogar parental hasta la edad adulta, la convivencia debe plantearse más como entre adultos que como entre adultos y adolescentes.
No debe magnificarse el éxito profesional como objetivo en la vida, sino equilibrarlo con el resto de facetas: éxito afectivo, social, etc. La actividad profesional es una forma de conseguir los ingresos necesarios, de relacionarse, de plantearse y superar retos, pero no puede ser la única medida del éxito de una persona.
Referencias:
- Hijos mejores, guía para una educación inteligente, de Francisco Kovacs, Ed. Martínez Roca, ISBN 84-270-2432-0.