La lucha violenta contra el terrorismo no soluciona el problema sino que lo perpetua
Generalmente los gobiernos encubren bajo la bandera de la lucha antiterrorista la legitimación de la violencia de Estado y las violaciones de derechos humanos y libertades civiles. Pero la solución al terrorismo no puede consistir en sembrar más terror.
Aunque amparada en una aureola de servicio a la sociedad, es necesario desenmascarar los verdaderos objetivos de la guerra al terrorismo:
- El aumento sustancial del control y la vigilancia, con la consiguiente restricción del derecho a la intimidad, a la libre expresión, reunion y asociación.
- El aumento del presupuesto del estado destinado al ejército y fuerzas policiales, así como la ocupación militar de áreas estratégicas.
- La exaltación y radicalización del bipolarismo "buenos-malos", situando en el lado de los enemigos, y por tanto marginando y criminalizando, a individuos y grupos que cuestionan las actuaciones del gobierno desde una actitud completamente pacífica y contraria a cualquier tipo de violencia.
- La manipulación de los medios de comunicación públicos, y por consiguiente de la opinión pública, para la fabricacion de falso consenso y apoyo por parte del público a las "guerras justificables".
- Incluso la manipulación de las palabras a su favor: terrorismo, terrorista, guerra justa, libertad y democracia, antiterrorismo, patriotismo, intervención humanitaria, ataques quirúrgicos...
En el fondo el terrorismo no sólo viene bien a los terroristas, sino también a quienes utilizan su existencia como excusa para aplastar una serie de ideas, valores o posturas, cuyo pisoteo no permitiría normalmente la gente caso de no existir terrorismo.
Es más, la historia nos muestra que los gobiernos que más énfasis ponen en la lucha antiterrorista son casi siempre los mismos que años más tarde se descubren como responsables directos o indirectos de acciones terroríficas fuera de la ley.