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LOS ATEOS, LA BONDAD Y LA MENTIRA

café tertuliano

Y el juicio está en que vino la luz al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz, para que no sean censuradas sus obras. Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios.
(San Juan 3, 19-21)

Cuando expongo algún argumento religioso, suele surgir la misma pregunta: ¿cómo es posible que una persona buena pero atea pueda condenarse en el infierno?

La respuesta está en las luces que el Espíritu de Dios da a todos los hombres, individualmente, para que conozcan la Verdad. No todo el mundo recibe las mismas luces, pero todos reciben las suficientes. Estas luces son evidencias que Dios envía a los hombres por medio de Su Espíritu Santo para que reconozcan en ellas Su existencia. Algunas de ellas son realmente inapelables, pero las presenta de tal forma que siempre existe la posibilidad de negarlas, de esta forma queda salvaguardada la libertad de elección del hombre.

Los ejemplos de este tipo de evidencias "tumbativas" son innumerables. Podemos mencionar las 7000 curaciones milagrosas confirmadas por la comisión médica de Lourdes; los 100.000 testigos oculares del milagro del sol de Fátima; o la Sábana Santa, nada menos que una "fotografía" del momento preciso de la resurrección de Jesucristo.

Las anteriores son evidencias objetivas que cualquier interesado puede investigar para su propia edificación personal.

Yo personalmente he sido testigo de varios hechos milagrosos que supusieron grandes cambios en mi vida.

Milagros similares se producen en innumerables ocasiones, por citar algunos de los que he tenido evidencias dignas de crédito, citaré el Crucificado de una iglesia que de pronto quedó iluminado durante unos momentos por una potente luz proveniente del cielo; una figurilla de cerámica que representaba el rostro de Jesucristo crucificado, de cuyos ojos manaban lágrimas sangrientas; visiones y audiciones de espíritus de personas muertas que, al parecer procedentes del Purgatorio, se aparecieron a algunos familiares suyos para pedir que rezasen por ellos, etc.

Los casos fidedignos que podría relatar sobre este tipo de acontecimientos sobrenaturales son demasiado extensos para este escrito. Por ello ilustraré este tema con un ejemplo concreto. Citaré el caso de cierta mujer que conozco. Es una mujer ya de cierta edad que padece una dolorosa dolencia hepática y cuyo testimonio me resulta fiable. Tuvo en varias ocasiones visiones de la Virgen María. En una de ellas, hubo incluso otros testigos presenciales. Durante un viaje a un santuario mariano, una niña que estaba alrededor le indicó con el dedo una botella que reposaba encima de una fuente pública con una extraña imagen en su interior. Cuando la mujer miró la botella, pudo ver dentro de ella la imagen de una Virgen de ondulante manto que desapareció al poco tiempo.

Esta mujer tuvo algunas otras visiones similares que sin duda le sirvieron para afirmar su religiosidad.

Sin embargo estas evidencias, por muy impactantes que fuesen en su momento, en absoluto son definitivas pues carecen de validez científica al no poder reproducirse las mismas condiciones y obtener un resultado idéntico, tal como exige el método científico.

Esta mujer, enferma y dolorida, tendría muchas razones para negar estas luces. Si ese fuera su interés, fácilmente podría argumentar que todo es un simple producto de su imaginación (a pesar de que existe otra persona como testigo presencial); también podría argumentar que es una especie de "holografía creada por su propia mente" (a pesar de que no hay ninguna evidencia científica de que esto sea posible); o podría aludir a un argumento típico de estos tiempos: "que todo es un engaño de extraterrestres" (a saber que interés tendrían los extraterrestres en engañar a esta señora y a una niña); por último, podría argumentar que "podría ser un engaño del demonio" (pero en este caso la existencia del diablo implicaría inevitablemente la existencia de Dios).

Si, a pesar de todo, su deseo firme fuese rechazar esta visión porque "no cree que sea la Virgen y no le da la gana de creerlo", entonces ya estaría entrando en la categoría de personas que nos ocupa. La de una buena persona (yo doy fe de que es una buena mujer), que sin embargo se niega a reconocer la Verdad.

Reconozco que esta señora tiene razones para estar resentida. Su enfermedad del hígado le provoca grandes dolores, y sería fácil para ella dejarse llevar por el odio (aunque es una creyente devota). Si así fuese, estaría negando la Verdad, y esto ya supondría un atentado contra la honestidad y la bondad. Entonces sería necesario hacerse esta pregunta: ¿es posible ser bueno y al mismo tiempo vivir libremente en la mentira?

Seguramente existen muchas más razones que oponer a estas evidencias divinas recibidas por esta señora, y si ella desease encontrarlas, sin duda las encontraría. Sólo es necesario hacer un esfuerzo de voluntad para negar la verdad y poner en su lugar lo que nos interese.

Esto no debe sorprender a nadie. La mayoría de la gente obra de esta forma. Cuando la verdad objetiva no le interesa, simplemente la niega, la deforma o la tergiversa para adaptarla a sus intereses. Alguien puede decirle a un borracho que emborracharse es objetivamente malo, que está demostrado que perjudica su salud, su relación con la gente y su economía; pero el borracho estará tan interesado en seguir con su vicio, que negará la evidencia y finalmente se autoconvencerá de la mentira de que emborracharse es bueno. Todo lo que sea con tal de no dejar su vicio.

De la misma forma actúan los ateos. Con tal de no cambiar a una vida virtuosa, reniegan una y otra vez de las luces que Dios les envía y se escudan en la mentira de que ellos, aunque ateos, "son buenos", como si un mentiroso pudiese ser buena persona.

En cuanto a estas luces divinas, el ateo las interpretará como más le convenga, como casualidades, alucinaciones, locuras, o simplemente se limitará a autojustificarse diciendo "y yo que sé".

Pero en fondo si que lo sabe, aunque sus intereses egoístas le impidan reconocer la verdad. Estas luces son evidencias diáfanas de la existencia divina; pero el interesado, si así lo quiere, puede negarlas o tergiversarlas a su conveniencia con el fin de no tener que aceptar a Dios, y de esta forma evitar tener que cambiar su forma de vida pecaminosa. Porque es evidente que una vez que se descubre a Dios, la vida ya nunca podrá ser la misma. El pecado debe erradicarse y comenzar una vida conforme a los Mandamientos. Es lo que Jesucristo llamó "volver a nacer" (San Juan 3, 3).

La obstinación en negar estas luces supone un acto de hipocresía y una alianza con la mentira. Pero supone, además, darle la espalda a Dios. Las personas que niegan la evidencia de la existencia de Dios para así poder continuar en sus pecados, están autoexcluyéndose de la vida eterna en el Cielo. Dios no obliga a nadie a convivir con Él a la fuerza, sino que respeta escrupulosamente la libertad del hombre. Y si el hombre elige libremente apartarse de Dios, el infierno es la única opción que le queda "Porque de Él, por Él y para Él son todas las cosas" (Romanos 11, 35).

Después de esta vida ya no es posible permanecer al margen de Dios en una especie de limbo neutral. La Biblia habla de un limbo en el que Jesucristo fue a predicar tras su muerte (1 Pedro 3, 19), pero en este limbo todos conocían y reconocían la existencia de Dios. Asimismo, tras abandonar este mundo terrenal, todos los hombres, incluidos los ateos, reconocerán que Dios existe y que no hay ni un sólo rincón del universo que no le pertenezca. En la Tierra, los hombres tienen la posibilidad de negar la evidencia de Dios, pero despúés, lo quieran o no, tendrán que aceptar que siempre estuvo presente en sus vidas "porque en Él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles, los Tronos, las Dominaciones, los Principados, las Potestades: todo fue creado por Él y para Él, Él existe con anterioridad a todo, y todo tiene en Él su consistencia. (Colosenses 1, 16-17)

El infierno es el lugar de los que eligieron apartarse de Dios, ya sea de una forma explícita -con su ateísmo-, o de forma implícita -con sus pecados.

Y cuando llegue el momento de rendir cuentas les serán mostradas todas aquellas luces que rechazaron durante sus vidas, y entonces sabrán que están condenados porque ellos mismos así lo quisieron, pues Dios no quiere que nadie se condene, sino "que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad" (1 Timoteo 2, 4 ).

Es por esto que los hombres disponen de muchas oportunidades para rectificar. Una sóla ocasión de arrepentimiento aprovechada es suficiente para reconciliarse con Dios. Jesucristo, ya en la cruz, perdonó al ladrón de Su derecha y le prometió que esa misma tarde estaría con Él en el Cielo, porque en el último suspiro se arrepintió de toda una vida dedicada al robo y las fechorías (San Lucas 23, 42-43).

Dios es todo misericordia, y perdona al que se arrepiente; pero también es justo, y respeta la libertad del que elige el mal.
"A todo el que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará" (San Lucas 12, 10). Estas palabras de Jesucristo exponen claramente las consecuencias de negar la verdad. La blasfemia contra el Espíritu Santo es la negativa reiterada y obstinada a reconocer la verdad que Dios presenta ante los ojos de los hombres. El Espíritu de Dios presenta al hombre muchas luces, avisos y reprobaciones por los pecados cometidos. Cada vez que el hombre recibe una luz o siente su conciencia reprobada por cometer un pecado debemos entender que el Espíritu Santo le reprueba por su falta. Y es la persistencia hasta el final en el mal lo que conduce a la condenación eterna.

Tras el juicio, las luces de Dios también las tendrán presentes los condenados en el infierno. De hecho, Jesucristo nos advierte seriamente sobre esta cuestión hablando del "gusano que corroe y no muere" (San Marcos 9, 47).

Este gusano es el eterno remordimiento de conciencia que sufrirán los réprobos cada vez que recuerden las numerosas luces que recibieron durante sus años de vida terrena para hacerles saber que Dios existía y que estaba presente en todos y cada uno de los actos de su vida; pero que ellos prefirieron ignorar para no verse obligados a abandonar sus más queridos vicios.

No se debe infravalorar en absoluto el sufrimiento que supondrá este eterno remordimiento de conciencia. De hecho, los teólogos están de acuerdo en que, tras el definitivo alejamiento de Dios, este "gusano que corroe y no muere" es el castigo más insoportable del infierno.

Además, es necesario advertir que cuanto mayores sean las luces rechazadas y cuantas más reprobaciones del Espíritu por los pecados cometidos se hayan desoído, tanto mayor será el tormento. Cada una de estas ocasiones de conversión rechazadas volverá a la memoria del condenado una y otra vez, por toda la eternidad. El réprobo se encontrará a si mismo recordando las luces y reprobaciones del Espíritu Santo libremente rechazadas, y una y otra vez deberá reconocer que su condenación eterna fue obra suya. Cada uno de los días de su existencia en la Tierra fue una nueva ocasión de conversión, cada una de las advertencias de su conciencia, de los pastores de la Iglesia, de sus amigos, incluso cada campanada de cualquier pequeña ermita que resonó a sus oídos, fue una nueva llamada del Espíritu Santo a la conversión, que él desperdició.

Que nadie se engañe, pues, diciéndose a si mismo que lo importante en la vida es ser bueno, aunque no se crea en Dios. La bondad y la mentira son incompatibles.

pax

http://geocities.com/apostolvs

>>>>La bondad y la mentira so

>>>>La bondad y la mentira son incompatibles

Bien, en ese caso, todos los cristianos que conozcan un poco su religión son malos. Porque la religión cristiana está llena de contradicciones y absurdos que ofenden a la razón.

¿QUE ES LO QUE OFENDE A LA RAZON?

Yo conozco el cristianismo y no creo que por eso soy una persona negativa, ni mala, ni mucho menos, ¡vaya ocurrencia!.

La frase "la religión cristiana está llena de contradicciones y absurdos que ofenden a la razón", suena exagerada o extravagante y, por tanto, no es creíble. Dicha así, es demasiado genérica, sólo revela la forma cómo ve al cristianismo la persona que la ha escrito. Pero esa manera de ver al cristianismo, ¿corresponde a los hechos?, ¿realmente el cristianismo está lleno de eso? ¿O es sólo una impresión que no se corresponde con la realidad?

Hasta que no conozcamos qué contradicciones o absurdos tiene en su cabeza el autor de esta frase, no podremos analizar ni juzgar si tiene razón o no.
Posiblemente este autor tiene una ideología materialista, cientificista, racionalista, u otra por el estilo, que le impide ver más de lo que sus apriorismos le permiten ver.

Por eso yo le preguntaría que aclare su frase tan genérica y exagerada: ¿Cuáles son esas contradicciones y absurdos que ofenden a la razón?

Todos tenemos un poco de razón

Soy cristiano, creo en Dios. La verdad eso de ser bueno sin creer en Dios si es posible, y no vive en una mentira. Tenemos el conocido Gandhi, es una buena persona y no es cristiano y la verdad es que no me parece justo que los que no sean cristianos que sean buenos se les diga que viven en una mentira. Hay que tener en cuenta que la Biblia es una mezcla de hechos históricos con cuentos para enseñar a las personas...

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