
¿Sufres
estrés? El acoso publicitario puede ser una de las causas.
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La publicidad
invade cada vez más rincones de nuestro entorno. Según
Kalle
Lasn de Adbusters,
en las grandes urbes la persona media recibe 3000 mensajes publicitarios
al día entre logotipos, etiquetas, carteles, correo físico
y electrónico y anuncios en los distintos medios de comunicación.
Cada vez es más difícil encontrar espacios donde posar
los ojos sin encontrarse con nuevos modelos, marcas exclusivas,
avances tecnológicos, sabores divertidos, avances de temporada
o precios de escándalo.
Basura omnipresente
Las plazas, las calles, las estaciones de autobús y del metro,
las gorras y zapatillas de los transeúntes, las bolsas de
la compra, los envases, los estadios y los jugadores, las páginas
de la prensa, el ciberespacio, la radio, el cine, la televisión.
En la tele, la presencia publicitaria es siempre mayor --nos hemos
acostumbrado a tolerar hasta 15 minutos por hora en algunos canales--
y además ahora los mismos programas incorporan mensajes publicitarios
pagados de manera más o menos encubierta.
Malgasto
de energía
Este acoso implacable de vendedores que gritan y tratan de llamar
nuestra atención en cada esquina es más que una pesadez.
Es una contaminación del medio ambiente y de nuestro espacio
interior mental de la que resulta imposible escapar. Hay que tener
en cuenta que cada mensaje publicitario hay que PROCESARLO --requiere
un esfuerzo mental. Y en la mayoría de los casos, el esfuerzo
es inútil, porque ahora mismo no te apetece comprarte ni
un coche, ni un perfume, ni un bolso, ni un programa antivirus,...
¿Cuanta energía mental se malgasta así cada
año, en todo el mundo?
Sobrecarga
y estrés
En esta "era de la información" nos sentimos bombardeados
por una cantidad excesiva de datos que aumenta nuestro nivel de
estrés, y por lo tanto contribuye al rosario de dolencias,
enfermedades y aflicciones mentales y físicas que se derivan
de este síndrome moderno tan común. Recurrimos a las
drogas, a la música relajante, a los baños termales,
al yoga, al tai chi, a la meditación, a cualquier cosa con
tal de vaciar nuestras cabezas de tanta basura. ¿Por qué
no ir a una de las fuentes principales de tanta porquería
y dedicar algún esfuerzo a reducir el chorro de vertidos
tóxicos de la propaganda?
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