La Web Espiral   Por la Paz. ¿Qué piensan los políticos sobre la crisis del 11-S?
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Nuestra Propuestas

Ampliado: Cuéntame la verdad

Las guerras son explicadas a la ciudadanía con discursos infantiles con más resonancias a películas de Hollywood y competiciones deportivas que a razonamientos sobre las causas y consecuencias de algo tan complejo como una guerra.

Detrás de todo conflicto armado hay una inversión realizada por los estados o grupos en contienda. Una inversión de dinero, esfuerzos, destrucción y muerte que busca la rentabilidad en la victoria y en la adquisición de poder que toda victoria comporta.

Valores como la ideología, la nacionalidad, la raza, el territorio, la religión, etc, pueden ser causas de guerras. Pero a nadie se le escapa que aquellas guerras promovidas o participadas por las potencias occidentales no están impulsadas fundamentalmente por ninguno de los factores mencionados.

La visión de guerra afrontada con una perspectiva de inversiones y beneficios es aún más acusada en aquellos conflictos promovidos o participados por los gobiernos de Estados Unidos, cuyas ideologías han coincidido en tener al capital y el comercio como ejes centrales de toda su estrategia.

Es decir, es más que improbable que un gobierno nutrido de economistas y profesionales de las finanzas con implicaciones directas con poderosas corporaciones con intereses globales inicie o se meta en una guerra sin unas previsiones económicas sobre el impacto de la guerra y los beneficios que acarrearía su victoria a corto, medio y largo plazo.

A estas alturas ya no queda duda alguna sobre la farsa que representaron los políticos del bloque aliado con sus discursos sobre justicia, humanitarismo y libertad que les llevaron a salir en defensa de Kuwait en la guerra del Golfo. El móvil de esa guerra fue claramente económico. Hay más ejemplos.

Cada día que pasa se va evidenciando que tras la humareda de las torres gemelas y tras esa lucha internacional contra el diablo y el terrorismo hay una operación de control económico, político y geoestratégico de regiones con vastos recursos naturales, carburantes, rutas comerciales, mercados, etc.

Y es más.

Cada día que pasa se va evidenciando cómo el resultado final para los territorios en conflicto no difiere mucho del resultado final al que llegan aquellos países que sufren cracks en su economía. Sufran un conflicto armado o bursátil, al final de cuentas sufren una pérdida en su soberanía, en su capacidad de autogestión y de decisión de su futuro. Y los gobiernos que acuden en su socorro (en forma de ayudas y préstamos nada desinteresados) son más o menos los mismos, con programas de 'desarrollo' más o menos similares auspiciados por organizaciones internacionales controladas por más o menos los mismos gobiernos que controlan la OTAN.

Como ciudadanos no es sencillo que evitemos estas operaciones, que depasan incluso los ámbitos de acción de nuestros gobiernos. Sí podemos reclamar a nuestros representantes discursos maduros e inteligentes que contemplen esas implicaciones económicas y políticas en vez de cuentos infantiles con buenos muy buenos y malos muy malos.

También podemos tomar conciencia que esos recursos energéticos, esas materias primas, esos flujos de mercados que propician el estallido de conflictos están destinados a nutrir nuestras sociedades consumistas y nuestro nivel de vida. Un detalle que no es banal.

 

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